26.4.09

Maldito

Hoy amanecí cruel, con el espíritu de un hijo de puta y la mentalidad de un dictador genocida. Desperté con el deseo de tomar las neuronas de alguien y hacer con ellas un juego de manipulación psicológica digno de la tortura china.
Llevo semanas acumulando esta rabia. Los empujones en la micro, las gotas que caen de los edificios del centro, el gato que marcó territorio en mi ventana, los ladridos del perro del vecino y el temblor de hoy en la mañana, todos estos desafortunados eventos desembocaron en mi desesperación... y ahora quiero drenarla. Para eso mi mente dio luz a un plan asqueroso y desalmado. Posee tres pasos... tres pasos capaces de tocar la fibra sensible de mi víctima, y hacer con ella un nudo que la hará llorar hasta secarse.
Primer paso, abrir una conversación en MSN. Segundo paso, escribir hola. Tercer, último y brutal paso: enviar el saludo sin un emoticon.

23.4.09

Clase de religión

Cuando iba en básica, como en cuarto, tenía un profesor de religión que, si la memoria no me falla, se llamaba Roberto. Recuerdo que un día llegó a la sala, accidentado, y nos preguntó quién moriría primero, él o nosotros. Todos gritamos al unísono -porque los niños no hablan, gritan- "usted, porque es mayor que nosotros". Y él nos respondió, con su característico estilo irónico, que eso no era cien porciento cierto, ya que a pesar de ser niños, podíamos ser víctimas de un accidente o de una enfermedad mortal.
Nunca se me olvidó esa clase. Ese profesor me caía bien, nos hacía pensar.

2.4.09

Círculo

Antes de dormir y de cerrar los ojos, suelo fumarme un cigarro escuchando música con la luz apagada. Por lo general, en ese momento el resplandor del reloj del VHS marca la 1:00 -está en horario de verano-. Y no sé si será porque está oscuro, porque tengo sueño o tal vez porque la música me despierte alguna neurona existencialista, pero es en esos momentos donde encuentro las respuestas que durante el día se me escapan.
Lo lamentable de todo esto es que me quedo dormido en el proceso, despertando al otro día con la conciencia de haber concluido, pero sin la conclusión en la memoria. Y cuando eso ocurre, no hay vuelta atrás. El único consuelo es esperar la otra noche, e intentar, una vez más, evitar el fatídico principio/final de mi círculo vicioso de cavilaciones nocturnas.
 

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