29.3.09

Paradero

Es raro andar tarde por el centro. Las calles que suelen estar atestadas de gente se vuelven vacías. Los edificios al fin pueden expresarse, mostrando fachadas violentas, llenas de lugares oscuros donde se puede asaltar. Las veredas desnudas exhiben la basura que reciben durante el día, dejando a vista de todos el nivel cultural de quienes las transitan. Las prostitutas también tienen su papel en el montaje nocturno, apoderándose de semáforos y miradas, esperando el momento preciso para atacar cuerpos y billeteras. Mientras que a dos cuadras, un colchón roñoso alberga a un hombre que no tuvo el futuro brillante que pudo haberse esperando en su niñez.
Es triste. Sin embargo, todo acaba cuando llega la micro y se dejan atrás los montones de bolsas de basura que no se han recogido por alguna huelga de la empresa responsable.

26.3.09

Sustituto

Me gustaría que las canciones hablaran por mí. Tienen ideas claras en letras muy precisas. En cambio yo suelo perderme en mi propio mar de palabras e ideas, lo que hace que las frases me salgan tropezándose unas con otras, demostrando torpeza y poca precisión. Eso es si es que salen, ya que más de una vez se quedan atrapadas en la garganta, pidiéndome un breve estornudo.

23.3.09

Muy X

Quiero que llegue el invierno. No puedo decirlo de manera melancólica ni emo como antes. La prosa sufrida ya no me nace, y no sé si es porque mi percepción del mundo tuvo una leve modificación, o porque simplemente el invierno ya no encarna melancolía alguna para mí. Ahora es época de disfrute, y por eso espero que llegue luego.

21.3.09

Raro

Uno ve un montón de clichés en la tele y en los libros. Situaciones de felicidad que son difíciles de entender, y que incluso a veces hasta parecen irreales. Hay días en que da rabia verlas, porque se contraponen de manera tan desagradable con la vida de uno, que al final la única opción es apagar el televisor y acostarse amargado. Pero hay otros días, como estos últimos, en que todas esas cosas cobran sentido. Jamás pensé que las entendería. Debe ser porque estoy feliz.

5.3.09

Shoot!

La marcha marcial lo distraía un poco. Lo hacía olvidar por unos segundos al amor que dejó kilómetros atrás cuando decidió, o más bien fue forzado, a ir a luchar una guerra ajena a todas sus creencias e intereses. A veces lograba sentirse orgulloso de las muertes que con su rifle repartía en el campo de batalla. Los cuerpos agujereados y pisoteados por el cruel clima del lugar tomaban vida en sus sueños y lo perseguían pidiéndole explicaciones, o al menos un perdón susurrado. Pero cuando despertaba y oía las sirenas todo eso se desvanecía en la niebla de la violencia. Ni la fotografía de aquella persona que tanto significaba para él conseguía quitar de sus hombros la culpabilidad tácita que se respiraba en ese aire. Sin embargo había aprendido a vivir con ello. Sus padres siempre lo vieron como a un ser resiliente, y es por eso que entró al servicio militar; tuvo que adoptar el amor a su patria como a un parásito heredado.
Cuando los tres balazos que recibió sin darse cuenta ardían en su pecho no recordaba la razón de su lucha. Antes de morir alcanzó a odiar un poco a sus padres, y también alcanzó a arrepentirse de su ciega complacencia. Lo que no alcanzó fue a extrañar su vida, ni a sopesar cómo ésta iba evaporándose junto a todos sus sueños y dulces sentimientos.

2.3.09

¡Compre su bolsa de minutos!

Me carga cuando llegan mensajes de Movistar a mi celular. Y no es porque se lean mejor que mis textos ni porque suenen más convincentes; no, va más allá de eso, hasta la médula misma.
Me pica todo cuando apreto el botón y veo una promoción imbécil a la que no puedo optar, siendo que en lo más recóndito de mi mente (y por qué no decirlo, también de mi corazón) hay una pequeña chispa de esperanza (quizás no tan pequeña) que brilla emocionada anhelando un texto lleno de intencionalidad. Y al no cumplirse la expectativa, la experiencia termina traduciéndose en un espiral de emociones, o más bien en una montaña rusa maldita, donde caigo desde el nerviosismo y la sorpresa hasta la decepción en menos de tres fatídicos y extremos segundos.
Me pregunto si los tarados de Movistar pensarán eso cuando redactan sus malditos mensajes. Tal vez sea una conspiración de los grandes empresarios, con la finalidad de aumentar la tasa de suicidios y por consiguiente sus gruesos y jugosos sueldos. No lo sé en verdad, pero da para pensar.
 

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