Rodeado de ladrillos rojizos descansa el rey de la retórica redonda llena de infortunios. Sus fieles lo escuchan atentos, poniéndole especial atención a sus ojos, mientras que ideas o recuerdos de cualquier índole llegan a sus mentes en forma de batallón ruidoso. Todo suena más fuerte si se osa a obviar las historias del rey. De tanto escucharlas terminaron grabándose a fuego en la memoria de sus oyentes, haciendo prescindible la escucha de las hazañas ya mil veces repetidas. Su pueblo sabe que su amada fue asesinada por un grupo de libertarios en una batalla de libros y argumentos. También es de conocimiento público la triste historia de su familia, cuyos miembros decidieron enfrentar el libre destino de la horca. El impulso que los llevó a eso es todavía desconocido, aunque las brujas y los ladrones dicen que al nacer el rey sus familiares captaron una vibra maléfica que, camuflada en unos brillantes ojos celestes, no fue suficiente para que alguno de ellos se atreviese a matarlo. Finalmente, después de decidir por apartarse del atroz porvenir, prepararon una cena de primera categoría, se confesaron y acudieron en fila al establo. Diez días después fueron encontrados por una vecina que, según ella, no soportaba el olor a herejía. Cuando aquello ocurrió el rey tenía apenas tres semanas.
Al cumplir el año ya era reconocido como el rey más joven de su dinastía eterna y conservadora. Las dulces nodrizas lo arropaban con seda y lo dejaban reposar sobre cojines de plumas importados directamente desde el cielo. Era el regalón, y no sólo porque fuese el único heredero de un imperio levantado sobre tablas endebles de mentira e hipocresía, sino porque se tenía esperanza en él. Durante el último reinado, en forma completamente clandestina, se habían hecho investigaciones sobre la factibilidad de la honestidad en las relaciones humanas, y los resultados no hicieron más que actuar como fertilizante para el deseo de alcanzarla. El espíritu humano se había inflado de sobremanera, y el rey era la persona indicada para guiar a todos a través del camino de la verdad. Al menos, eso era lo que se creía.
Con el paso de los años el rey demostró pertenecer a una escuela muy parecida a la de sus padres, pero con el trauma latente sumado a sus percepciones totalitarias del mundo. No había derecho a la verdad ni al respeto. Durante aquel período, cualquier persona que fuese encontrada en algún acto de naturaleza monógama era llevada inmediatamente a la hoguera, bajo el cargo de atentar en contra de la idiosincracia propuesta por la corona. Era peor aún para aquellos que osaban a prestar ayuda desinteresada, ya que las torturas estaban a la orden del día y el que no moría de dolor, lo hacía de locura.
El pueblo, decepcionado, organizó grupos armados encargados de oponerse a la dictadura del comportamiento. Muchos murieron en esas guerras civiles, que fueron tan numerosas como la cantidad de muertos. Hubo en ellas muchos atentados, siendo el más importante aquel donde las bombas volaron por los aires a los caballos y a la reina, mujer de belleza envidiable y dudosa inteligencia. Aún así las peticiones fueron evadidas, dejando como única opción la hoguera para la reina -es decir, sus restos- que, según dicen, se quemó sin dejar caer su corona derretida.
Los años siguieron pasando, y a medida que la población disminuía en número también disminuía el deseo de oponerse. La ira fue vestida de gala y se manifestaba solamente a través de comentarios políticamente correctos, que si bien no alcanzaban a desahogar las frustraciones adquiridas a pulso daban una sensación de poder que se asemejaba a la paz.
Ahora el rey está viejo. Sus más cercanos saben que se arrepiente enormemente de muchas de sus decisiones, ya que la mayoría fueron en contra de sus principios más íntimos. Sin embargo, pesaron más en la espalda las lápidas de sus familiares que sus deseos por una sociedad recta.
Al morir dejará a su hijo, y tal vez, sólo tal vez, la historia se repita. Ya dicen las brujas y los ladrones que hay olas de esperanza esperándolo a él. Y hay otros que piden sólo una cosa: que el pueblo desarrolle la memoria histórica.
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5 years ago
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