26.10.09

Microcuento

Había una vez un hombre que estaba tan, pero tan disconforme con su vida, que sólo podía referirse a ella en tercera persona.

22.10.09

El pitido y su dulce consecuencia

Sin darse cuenta, casi termina siendo devorado por ese silencio que arrasa con todo lo que ve. Y mientras sentía que aquel pitido característico de la omisión le perforaba el oído, hizo la analogía perfecta, como si del cielo le hubiese caido en forma de idea una radiografía de sus sentimientos: se veía a él mismo, parado en la mitad de la calle, frente a un auto que se desplazaba hacia él a una altísima velocidad; sin embargo, estaba pegado al piso, clavado por el peso de las inseguridades autoimpuestas y también las sociales, que en el fondo eran las que más lo frustraban. Estaba cansado de dar, de correr hacia una nube estando en la tierra, atrapado por el peso de la gravedad. Deseaba caminar en otro lado, perderse entre letras que le dieran esperanzas nuevas; quería recibir el soplo violento de un objetivo nuevo en su vida.
El pitido cesó de un segundo a otro, y su mente pudo recapitular las ideas surgidas, bautizando a ese pitido como a una fuente de inspiración. Fue como si el silencio se hubiese materializado en un animal gigante, y él, dentro de la boca de ese animal, fue una pesadilla permanente que logró convencer al monstruo de que la mejor decisión era dejar a su prisionero libre, escupiéndolo.
Ahora, después de sacudirse de toda la saliva que quedó impregnada en su piel, como si fuera un petróleo espeso y oscuro, respira hondo y se arregla para salir. Sabe que afuera hay algo esperándolo, un objetivo tácito que con la sola sospecha de su existencia lo levanta del suelo, invitándolo a buscar un refugio. Llámenlo vocación, idealismo o esperanza, como quieran. Sea lo que sea, es una razón que basta para levantarse en la mañana, mirarse al espejo, y afeitarse para enfrentar bien el día con buena cara.

11.10.09

Vidas genéricas

Lo peor que se le puede hacer a una historia es sintetizarla. Incurrir en ello es un error, una ofensa. Contar una historia de manera resumida es cercenarle los detalles que le dan ese sabor agridulce tan importante para los melancólicos crónicos.
Sintetizar y simplificar historias le da vida a los tan odiados clichés; el amor es un cliché hasta que se narran sus detalles mas íntimos, aquellos que lo hacen único. Lo mismo pasa con las novelas, por ejemplo. Los argumentos de las novelas, e incluso los de la mayoría de las películas, están sumamente manoseados. Sin embargo, es la visión particular la que las sigue haciendo interesantes, como si la idea en sí, la premisa, fuese una ocurrencia fresca y novedosa.
De todas maneras, el objetivo de referirme a este tema no es redactar una suerte de ensayo barato, sino hacer una asociación. Extrapolando la idea sobre los conceptos recurrentes que sin detalles carecen de sentido y adoptan un carácter genérico, se me vino a la cabeza que la comunicación humana superficial, esa que consta sólo de contar lo acontecido en el día, lleva a que las personas entren en una casilla arquetípica. "Esos que siempre hablan de marihuana", "esos que salen a caminar y a tomar fotos por Santiago", "esos que pasan todo el día en la casa, haciendo nada", "los enamoradizos", "los chicos pop que idolatran a Lady Gaga".
Es un fenómeno común, pero no es tan grave. De hecho, tiene una fácil solución: cualquier persona que pertenezca a alguna de estas clasificaciones puede rápidamente escaparse. Basta con abrir una diminuta puerta personal y exponer todo aquello que nos personaliza. Presentar nuestro propio argumento detallado.

1.10.09

Broken buildings

No hay ideas nuevas. Siento a mi imaginación un poco oxidada, como si fuera un edificio gigante cuyas vigas están naranjas, a punto de quebrarse. Es una industria abandonada, lista para ser acondicionada y convertirse en un complejo de lofts que hará de casa para todos los snobistas que deseen vivir ahí. Las ventanas están destrozadas, ya sea por piedras o fatiga, y el piso está lleno de colas de marihuana; no falta el punk que va a los edificios abandonados. Son tres pisos violados por el eco que producen mis ideas inválidas que sueñan con caminar y procrear para preservar la especie.
Si mis ideas se alimentan de aire, ¿por qué me cuesta tanto alimentarlas?
 

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