5.1.10

trueque: una soledad por otra soledad menos sola

Hay quienes piden labios prestados a cuerpos cuyas manos no hallan refugio. Lo hacen a modo de placebo, método capaz de mover ejércitos a lo largo y ancho del mundo. Dos extremos de la cama haciéndose compañía de espaldas el uno al otro, brindándose un calor indirecto y efímero. Suficiente para calmar el hambre por unas horas. Suficiente para volver al hombre en niño, y empujarlo de cara hacia el espejo, obligándolo a preguntarse por qué cresta se siente tan solo.
Fatiga la contienda, y vuelve al individuo indolente. Sin confianza en una alternativa, ni en nada más que el ciclo que no parará de repetirse hasta que lo haga, y punto.

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