30.4.10

El reposo

Pepito nunca tuvo la costumbre de reposar. Por lo general, después de comer se disponía a realizar sus dinámicas típicas: salir, estudiar, ir al computador, leer o fumar... pero nunca había pensado en darse un tiempo para descansar. El ritmo vertiginoso de su vida, de alguna forma, lo absorbía por completo. Y es por eso que prefería no pensar en él ni en sus confusos entramados mentales, optando por la evasión y por seguir el vaivén mínimo de una vida seudolineal, y por tanto aburrida.
Un día, a pesar de su miedo a los cambios, Pepito se preparó y experimentó el fenómeno del reposo post-almuerzo, empujado por quien sería la persona con la que querría permanecer para el resto de su vida.
Resultado: sintió como si hubiese encontrado el control remoto de la vida, junto al ticket que lo llevaría a ser una estrella sin siquiera haber actuado una vez.
Pepito se sintió tranquilo y feliz, cómodo en los brazos del reposo, y ansioso por volver a almorzar y repetir la acción una y otra vez.

25.4.10

Sin título

Basta con que se acabe el alprazolam, el omeprazol, y los medicamentos varios para que el estrés se apodere del ambiente.

10.4.10

Lo mismo de todos los años en estas fechas

El frío se abre camino después de meses de inagotable calor. El termómetro me sonríe y yo le sonrío de vuelta. El muy maldito sabe que es un alivio descender de los 30 a los 20, sobre todo tomando en cuenta mi peculiar nostalgia por los adoquines húmedos y el olor a tierra y pasto mojado.
La temporada otoño-invierno es excelente abono para las buenas historias. El misticismo de su aura helada, mucho más "natural" (al menos aparentemente), consigue dar a luz a ambientes propicios para todo tipo de experiencias. Es, en mi opinión, un material exponencialmente mejor para cristalizar todo en nuestra cámara mental.
Es lógico que depende de cada uno, pues abundan quienes odian los días de cielos grises. Sin embargo, sostengo cada año con más fuerza que es mi época favorita.

5.4.10

nada de metáforas ni densidades por hoy

Hace mucho que no me detenía a pensar y me encontraba con tal sorpresa: estoy feliz. Ha sido casi un descubrimiento, eso de verme envuelto en tanta situación positiva. Si fuera un seguidor del american way of life, me sentiría como si tuviera en mis manos la casa, las llaves del auto y a la señora rubia que me parió tres maravillosos y responsables hijos.
Los dolores de cabeza que he tenido últimamente han sido peldaños para algo superior, por decirlo de alguna forma. Definí varios de mis objetivos y me siento bien encaminado hacia ellos.
Mi única preocupación es cuidar lo que he conseguido, y procurar que siga creciendo y desarrollándose como una enredadera que terminará por hacer de mi patio un lugar hermoso.
 

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