16.12.10

No hay final sin principio

Una pata en el freno y las dos manos en la cabeza. ¡Se terminó el año, mierda! O bueno, bajemos un poco las revoluciones, si igual al año le quedan unos cuantos días. Pero las vacaciones llegaron, a paso de tortuga coja, pero llegaron.
Abrí el blog pensando en que iba a hacer un balance. Quería dedicarme a sopesar los pros y los contras para consentir a mi oscuro deseo de que todo esté ordenado y dispuesto. Está demás decir que me arrepentí.
¿Con qué sensación me quedo? Satisfacción. Metí las patas hasta rompérmelas y valió la pena. Thumbs up para mi primer año de universidad.
Se termina el año académico pero quedan desafíos personales. Sin hablar de metas, quise hacer un pequeño conteo de lo urgente: mi estómago patituerto debe permitirle a otras partes del cuerpo asumir las tensiones, mis manos deben animarse a escribir y hacer, y mi mente debe guiarlas con órdenes seguras, y no cobardes ni titubeantes.
¡Cuántas ganas de estucar mi cerebro y mis intenciones! De darle un baño de cemento a mi personalidad, o al menos a sus partes más endebles.
En fin. Enumerar me tomaría años. Es una tarea sana, pero no resuelve mucho.
Ahora a lo que vinimos: ¡Bienvenido seas, verano! Que tus horas de ocio, tus noches de ebriedad absoluta (con aditivos de vez en cuando) y tus eternas conversaciones sean el bálsamo que esboze la cura para la inexplicable melancolía mía.

22.11.10

Niño maestro en amargarse busca redención

Truenos, relámpagos y helados centella. Todos ellos se derriten en una mezcla bien pegajosa para estropearme el ánimo y de paso volverme un hijo de puta. Culpo al estrés y al calentamiento global, pero por sobre todo a la gorda asquerosa que me quitó el asiento después de correr como prieta con patas por el andén del metro Macul. Que el calor, que el frío, que la micro se demoró mucho y el sol me hizo sudar y me estropeó el peinado. Que no sirvo para esto, menos para aquello. Que a veces siento que vine a parar el dedo a este mundo circular rodeado de signos de interrogación.
Que si las cosas no están perfectamente ordenadas me viene una urticaria terrible, pues de eso se trata tener una inclinación obsesiva de la personalidad.
Que el sueño y el dolor de guata. Maldición. ¿Será que le echo demasiado copete a mi estómago? ¿Los bichos estarán de fiesta? ¿O tal vez riéndose de mis ataques de histeria masculina?
Que me molestan los ruidos en la mañana y la gente que no come. Que quiero hacer cosas y no puedo. Que me distraigo y hago, digo y pienso weás idiotas que en un principio nunca quise.
Que daño a la gente porque mi idiotez avasalladora arrasa con cuanto ser humano haya en su camino.
Año tras año me voy convirtiendo en un sociópata pervertido cuyos dedos se enchuecan de a poco, sólo por el narcisismo creciente que me exije convertirme en un monstruo estético.
No lo sé. Enumerarlo suena absurdo, pero pasa. Supongo que esta frase logra resumirlo: "Uno nace con maestría en cometer errores, y tiene toda una vida para perfeccionarse".

17.10.10

one step forward

De pronto, sin siquiera darme cuenta, comenzó a cobrar sentido aquello en que tanto insistía mi mamá. "Es mayor, no le va a bastar con tomarte la mano". En efecto, cuando ya se cruza cierta barrera etárea eso deja de ser suficiente. La piel del cuerpo adelgaza y los sentidos se vuelven atentos, propensos a percibir cosquilleos y caricias. Como si de pronto se convirtieran en un ejército con varias batallas ganadas, agitado y ansioso por llevar a su patria a la cabeza del mundo, conquistando todo lo que haya alrededor.
Cuando se llega a tal punto, se toma conciencia de que ciertas reglas pueden torcerse, de que finalmente tanta moral y rigidez son límites propios del crecimiento. Pero una vez que ya se toma el total control sobre sí mismo, comienza un proceso de autoconocimiento que despierta grandes monstruos (no por su connotación negativa, sino por su fiereza y embergadura) que a su vez custodian grandes tesoros. Inagotables, por lo demás.
El silencio y la oscuridad de la noche esconden sorpresas de todo tipo. Es cosa de ponerse a escarbar para encontrarlas, y hacerlas propias por algunos minutos para después devolverlas a su lugar. La gracia es que, en esencia, nunca dejan de ser sorpresa.

4.10.10

No rain can't get the rainbow

A veces pongo atención cuando alguien dice algo interesante. En el caso específico de hoy, escuché sobre el signo zodiacal Géminis, que posee una dualidad representada en dos gemelos. No escuché más allá porque, digámoslo, la pizza estaba más rica y mi hambre avasalladora es incontenible.
De pronto, en el viaje de hora cincuenta a mi casa, noté que las dualidades eran un tema recurrente en mi cabeza. Más allá de la porquería del bien y el mal, creo (prácticamente sin fundamentos teóricos) que la personalidad está compuesta por miles de millones de posibles reacciones. Sin embargo, todas ellas se reducen a un "sí o no". Cada decisión que se toma pasa por una de esas dos opciones, cada una cargada de su propio peso moral. Y ahí es donde mágicamente entra el discenrimiento. Simpático, ¿eh? No sé para qué tengo blog, si de frentón debería dedicarme a ser comediante...
En fin, el tema son las dualidades. Las decisiones respecto a uno mismo, estos "sí y no", dan luz a un ser humano que inmediatamente crea un holograma: la imagen ficticia del yo que respondió lo contrario.
La respuesta es fácil para aquellos que toman decisiones sin arrepentirse. Gracias al Tatita Dios que yo soy uno de esos. Mi imagen ficticia está bien contenta bajo la alfombra... bien muerta, diría yo. Ya no hay dudas sobre mis decisiones. Me quedo con el sí de aquí a la China. Sí, esa que tiene un muro bien grande entre medio.
El proceso de eliminación del yo virtual es análogo al abandono al antiguo yo. Todo es sobre dejar ir y contentarse con el presente. Es sobre darse cuenta de que no es cierto que el pasto es más verde en el patio del vecino (a no ser que vivas en San Carlos de Apoquindo y esa competencia sea como ver quién tiene el pene más largo). Lo que se tiene es inigualable. Este presente es fugaz, y hay que atesorarlo y valorarlo. La verdad es que me encanta saber que mi patio tiene una primavera eterna, por así decirlo. (Poesía más barata imposible... Qué vergüenza)
La unificación del yo antiguo con el yo nuevo, y la negación del holograma del what if, son un gran paso hacia adelante en el camino eterno del crecer (eterno hasta que se termina). Unificarse de todas esas formas, e incluso a nivel moral, emocional, sexual o lo que sea, es una experiencia exquisita que permite pasar por la vida sin hologramas estúpidos, ni idealizaciones de sí mismo, ni mucho menos anhelos infantiles por lo que ya fue.
Me acabo de dar cuenta de que este proceso ya lo terminé, y de que no queda más que disfrutar el arcoiris entre las partículas de agua, fragmentos de lágrimas que ya fueron, y que le dan forma a este increíble desplante de colores.
Ah, y por último, dejo una canción sobre unificación y movilización hacia adelante de mi obsesión actual, la encantadora señorita Hamasaki <3

Ayumi Hamasaki - Rainbow from Adolfo Cintron on Vimeo.

26.9.10

sunday

Una peruana con su hijo de 6 años compraban bebida en el negocio de la esquina. La mujer en cuestión llevaba 4 vasos de plástico en la mano, de esos desechables de fiesta o picnic. Y en la otra sujetaba una botella de litro y medio de Fanta. El niño, por su parte, le tiraba la polera y le pedía por favor que le comprara Kapo. La madre, enojada, le decía que ya llevaban bebida.
Todo esto me parecía curioso, pero no demasiado, pues yo estaba enojado porque no encontraba Kent 4 de 12 en ninguna parte, y de esos me habían encargado mis papás. Sin embargo, una vez que salí del local y vi un poco más adelante de mi nariz, me encontré con una plaza llena de núcleos familiares compartiendo. Niños en los columpios, sube y bajas, etc; mientras sus madres o padres comentaban cómo había estado la pega en la semana.
Fue enternecedor ver que el domingo es aún para algunos un día familiar. Esos niños no tienen idea de que ese paseo de domingo puede llegar a ser uno de los recuerdos más lindos que tengan.

20.9.10

seis

De pronto el 6 me parece un número hermoso. Tal vez se deba al deseo irrefrenable de querer ser retratado en una biografía escrita por ti. O, probablemente, porque ese número encierra una serie de tratados intercorporales que postulan la disolución de fronteras corpóreas, en son del amor y similares.
Como sea. El 6 es un número especial, pues su origen está en un mundo donde el tiempo no posee valor, donde el Pizza Hut es sano y gratuito, donde cada dos cuadras hay un parque en el que sentarse no supone riesgos, donde la realidad es más nítida que en el turbio Santiago de Chile. Y digo más nítida porque dicha realidad está definida por la interioridad, por la carne tibia y palpitante, por el entramado mental y emocional, por el intangible, como quieran llamarlo.
Las raíces de este mundo son inquebrantables, pues están fundamentadas en el más puro de los deseos: aquel de cuatro letras. Y es por eso que de repente el número 6, continente de aproximadamente 180 días, se devela como una meta que a su vez plantea otras metas, cuyo fin común es el ser feliz.
El 6, en definitiva, es una medida de tiempo en la que conocí, de la mano de quien elegí como mi pareja, un lugar seguro donde decidí quedarme.

1.9.10

Handy-mind

Hace unos días viví la experiencia de ver mis cintas familiares grabadas en HI8. El material comienza en 1996, con un video mío encumbrando una cometa en la Plaza Brasil, junto a mis primos, mis papás y mi abuelita. Tuve muchos problemas para hacerlo volar. Sin embargo, no estaba triste, pues minutos antes una niña me había pintado la cara de león.
Además del día en la plaza, vi navidades, actos del colegio, días de piscina, etc. En definitiva, todo lo grabado con la cámara noventera que para muchos constituía (y aún constituye) un vicio de mal gusto.
Lo pude definir como un recuento de mi vida hasta los 12 años, pues ahí dejé la cámara de lado y me dediqué a mis amistades, como buen preadolescente.
No obstante, verme corriendo en versión pequeña, con la piel lisa, y los ojos y el pelo un poquito más claros, trajo consigo una sensación de nostalgia. Tal vez no precisamente porque eche de menos esos días (claro que lo hago), sino porque mi inocencia me daba una libertad de la que ya no puedo jactarme.
Cada día que reconozco una arruga nueva en mi cara es porque mi concepción de mundo ha cambiado nuevamente. Se acabó el exhaustivo cuidado materno, el escarmiento y la preocupación parterna, los odios entre hermanos... Todo se volvió un gran recuerdo que me emociona, pero que da cuenta de que crecí, y de que ya nada puede ser tan bueno o malo como creía.
A mis casi 20 años, los matices se tomaron el mando en mi cabeza. Ahora, cada vez que analizo una situación, lo hago bajo la lupa de la madurez y la desconfianza, o al menos eso trato (nadie dijo que la operación estaría libre de fallas).
Hay tanta cosa que desearía borrar de mi cabeza, tanta noción estúpida sobre cómo un ser humano puede cagarse a otro (léase como fetichismo y en su sentido metafórico). Me gustaría borrar los verbos del adulto, como trabajar o cocinar, y entregarme al ameno jugar.
Por eso me hace tanto click cuando Chinoy habla sobre la vuelta de los dragones. ¿Qué será de mi castillo, sin dragones que lo protejan del violento mar de realismo que me rodea?

24.8.10

En agosto se mueren los viejos

En cierto sentido soy una nueva persona. Al igual que todos, cambio cada día. Es parte del constante proceso de aprendizaje al que estamos sometidos. Sin embargo, y para rendirle honores al mes de la muerte senil, acepto públicamente que un pedazo de mí ha muerto (el malo, o gran parte, al menos).
Ahora, con la llegada de la primavera y la luz que trae consigo, me sentiré bien por aquella muerte, y muy feliz por el nacimiento que la siguió.
Y si creo que soy una nueva persona, es porque lo siento deep inside of me.

19.7.10

Night shift

Sentado en su cama, de espalda a la pared, le pide nostalgia prestada a canciones de décadas pasadas. Por medio de sus dedos nicotinosos teclea historias en cuyas letras no se encuentra lo que pretende decir. Quiere café, pero no queda. Se echa el pelo para atrás una y otra vez, pues está nervioso, solo y nadie puede notar sus entradas ni las imperfecciones de su frente.
Está sentado porque es más cómodo para teclear, y escribe porque no encuentra una manera acertada para expresar lo que le está ocurriendo en el corazón. Las canciones las escucha para inspirarse, y el café lo quiere para activar sus sentidos. Está solo temporalmente, y en unas horas dejará de estarlo; le complica mostrar sus imperfecciones ya que desea estar presentable para el hombre que ama.
No está triste, sino algo ansioso y frustrado. No con la vida, sino consigo mismo, por no ser capaz de trepar al cielo y bajarle una nube desde ahí. ¿Una nube? Sí, una nube. Su hombre alucina con las acumulaciones de gotas microscópicas de agua. Si le baja una, podrá demostrarle todo lo que en el texto no puede. Eso es lo que no consigue escribir.

oOo

●/
/▌
/ \

27.6.10

mmm

Quisiera decirte todo, pero se me abultaron las palabras. Mejor te cuento que, te guste o no, probaré que dichas ideas son erradas. Lo haré, y ya no pensarás más mal, y los químicos se acabarán y entenderás al fin que mi problema es solucionable.

Mejor me voy a dormir, con el cuello, la nariz tapada y mucho dinero ahorrado en gotas.

9.6.10

Esto no es un relato

Puede que los acontecimientos no sean perfectos, que las decisiones a veces nos jueguen en contra. Somos humanos y tenemos una licencia impresa en la frente que nos permite equivocarnos una y otra vez. La condición que pone dicha licencia es, como todo en la vida, que de cada tropezón se deben sacar ideas en limpio.
Sin embargo, cada día estamos más cerca de la luz al final del tenebroso túnel que nos pone a prueba, pues nada es gratis en la vida. Y si pensamos que lo gratis o barato siempre es de mala calidad, podemos encontrarnos con que, a pesar del dolor, hay un cierto grado de satisfacción cuando algo logra superarse.
Puede que existan incidentes que no sean perfectos, que mis ojos se nublen de vez en cuando y se me moje la cara con miedos y dolores estúpidos. Pueden pasar todas esas cosas, y está bien que ocurran. Es lo normal, creo yo.
Todo esto puede darse siempre y cuando lo que se sienta sea perfecto y se asemeje a una fortaleza donde los soldados no duerman, ni día ni noche, esperando la hora en que cantarán victoria.
Mis soldados están cargados hasta los dientes con Redbull. Así que, en definitiva, no tengo a qué temerle.

12.5.10

Funtime

En base a pura observación de mi entorno, como buen hombre cargado con las armas de la introspección, pude concluir que el hedonismo no es más que una sutil, y muy entretenida, forma de autodestrucción.
Si bien muchas personas podrían tildar dicha conclusión de moralista, es evidente que decantando un poco los datos, analizando e interpretando, uno puede darse cuenta de que es cierto. En el hedonismo no hay más que una eterna evasión, un dar la espalda a eso que no queremos ver, a eso que no sabemos cómo enfrentar. Porque mirar de frente todo lo que conlleva la propia experiencia de vida y además divertirse no es hedonismo: el equilibrio, la conciencia y el autocuidado lo sacan de esa categoría.
Sin embargo, es fácil caer en sus garras, y hundirse en las arenas movedizas que eventualmente no dejan salir. La única forma de evitarlo es adoptando el rango de constructor, armando de a poco edificaciones reales que soporten grandes adversidades, y refugiarse dentro. Aunque a veces uno no lo crea, estufas no faltan.

7.5.10

Momento flaite (U)

Puta, nah' poh. Se me fue lo literario a la cresta, pero eso suele pasar y es súper válido. La weá es que la dura que no quiero más malos ratos, porque onda, así por ser, como que te quiero forever a mi lado. Así, a la vena, como el flaite que hoy pateó mi micro (puta, ojalá estuviera bromeando)
Bueno, eso poh. Chaolín.

5.5.10

La vida después del miedo

Y se deshizo del miedo como si fuera una chaqueta vieja, roñosa, de esas que se usan sólo por necesidad. Olvidó las lecciones de filosofía en que el profesor le insistía que el miedo es el mejor maestro. Ya llevaba muchos años aprendiendo de esa manera, y prefirió ir en busca de otras pedagogías.
Estaba convencido de que la seguridad no era definible por las ciencias empíricas, los carabineros bien parados o alguno de sus tanques lanzallamas. Esas eran manifestaciones desvirtuadas de un tema más profundo, anclado en lo recóndito de la bomba que nos da la vida. La seguridad, en el torbellino mágico que nos hace dormir y despertar todos los días, se encuentra carente detrás del pecho, reclamando alimento día a día. Es esa hambre la que aterra.
Él se deshizo de toda esa porquería en primer lugar porque ya le parecía suficiente, pero si pensaba así era por una simple razón: el alimento estaba llegando periódicamente, irrigando cada vena de su cuerpo y dándole vida a todos los órganos que gritaban por dentro, sin poder controlarse, que por fin habían hallado la paz.

30.4.10

El reposo

Pepito nunca tuvo la costumbre de reposar. Por lo general, después de comer se disponía a realizar sus dinámicas típicas: salir, estudiar, ir al computador, leer o fumar... pero nunca había pensado en darse un tiempo para descansar. El ritmo vertiginoso de su vida, de alguna forma, lo absorbía por completo. Y es por eso que prefería no pensar en él ni en sus confusos entramados mentales, optando por la evasión y por seguir el vaivén mínimo de una vida seudolineal, y por tanto aburrida.
Un día, a pesar de su miedo a los cambios, Pepito se preparó y experimentó el fenómeno del reposo post-almuerzo, empujado por quien sería la persona con la que querría permanecer para el resto de su vida.
Resultado: sintió como si hubiese encontrado el control remoto de la vida, junto al ticket que lo llevaría a ser una estrella sin siquiera haber actuado una vez.
Pepito se sintió tranquilo y feliz, cómodo en los brazos del reposo, y ansioso por volver a almorzar y repetir la acción una y otra vez.

25.4.10

Sin título

Basta con que se acabe el alprazolam, el omeprazol, y los medicamentos varios para que el estrés se apodere del ambiente.

10.4.10

Lo mismo de todos los años en estas fechas

El frío se abre camino después de meses de inagotable calor. El termómetro me sonríe y yo le sonrío de vuelta. El muy maldito sabe que es un alivio descender de los 30 a los 20, sobre todo tomando en cuenta mi peculiar nostalgia por los adoquines húmedos y el olor a tierra y pasto mojado.
La temporada otoño-invierno es excelente abono para las buenas historias. El misticismo de su aura helada, mucho más "natural" (al menos aparentemente), consigue dar a luz a ambientes propicios para todo tipo de experiencias. Es, en mi opinión, un material exponencialmente mejor para cristalizar todo en nuestra cámara mental.
Es lógico que depende de cada uno, pues abundan quienes odian los días de cielos grises. Sin embargo, sostengo cada año con más fuerza que es mi época favorita.

5.4.10

nada de metáforas ni densidades por hoy

Hace mucho que no me detenía a pensar y me encontraba con tal sorpresa: estoy feliz. Ha sido casi un descubrimiento, eso de verme envuelto en tanta situación positiva. Si fuera un seguidor del american way of life, me sentiría como si tuviera en mis manos la casa, las llaves del auto y a la señora rubia que me parió tres maravillosos y responsables hijos.
Los dolores de cabeza que he tenido últimamente han sido peldaños para algo superior, por decirlo de alguna forma. Definí varios de mis objetivos y me siento bien encaminado hacia ellos.
Mi única preocupación es cuidar lo que he conseguido, y procurar que siga creciendo y desarrollándose como una enredadera que terminará por hacer de mi patio un lugar hermoso.

28.3.10

11:45 a.m

Anoche el subconsciente, aquel que tanto adula la psicología, me tomó de la mano y me llevó de viaje por mis sueños. Me paseé por la metaforización de mis posturas y vivencias. Me vi arrastrando por la cima de una angosta montaña rodeada de nubes y niebla; el suelo era casi imposible de ver, y me aterraba. También me vi haciendo cosas horrendas que jamás haría en la vida real, traicionando mis propios principios y sintiendo el peso de aquello. Bajé una calle con alta pendiente en bicicleta, ñurdo como yo solo. Mis compañeros del ciclismo onírico me reprochaban la poca exactitud con que lograba esquivar los obstáculos, y yo hacía lo posible por no caerme. Finalmente no me caí.
Cuando desperté sentí una sensación de mierda que se me fue disipando a medida que me incorporaba y comprobaba, para mi tranquilidad, que todo había sido un sueño.

26.3.10

sin título

Tanta micro me ha ido quemando las neuronas. Sí, eso debe ser.

25.2.10

Sucesión de cosas cayéndose

Recuerdo haber leído hace un tiempo la definición que Trent Reznor le dio al The Fragile, disco doble de su banda. Lo llamó "una sucesión de cosas cayéndose". Yo inmediatamente pensé en que cuando salió ese álbum él lidiaba a full con su adicción a la heroína, así que eso me dio una vaga noción de lo que podían ser esas cosas cayéndose. Sin embargo nunca había pensado, hasta ahora, en que esas cosas podían caer en orden, como si fuera un Tetric cuyas piezas finalmente formarían de nuevo la vida de nuestro querido Trent.

P.D: Le pido disculpas a los miembros de la banda y al mismo Trent Reznor por haber usado sus nombres para construir una metáfora que me ayuda a entenderme mejor. De todas maneras, Trent Reznor en efecto definió su disco de esa forma.


16.2.10

punto y coma

fuera de contexto

7.2.10

tan absurdo como poder es querer

Quisiéramos no darle la importancia que tiene. Cerrar con cortinas de hierro los ojos y olvidar. Darle la espalda a los datos que no deberían importar, pero importan. Crear un vicio nuevo en base a revisar una y otra vez los antiguos, buscando en ellos defectos, queriendo encontrar la fisura que permitió que todo el romanticismo se drenara, dejando un cuerpo seco, cual víctima de vampiro cruel y sediento. Tomar al toro por las astas y detener el juego que lo lleva a su muerte, terminar con el deporte sanguinario, desviar el morbo hacia otra dirección.
Sin embargo, no siempre querer es poder.

1.2.10

Traspié

Hace varios años tuve la oportunidad de conocer a un niñito que se cayó tantas, pero tantas veces, que su rodilla ya no tenía costra, sino una fractura expuesta. La primera vez que lo vi, el huesito que recibía la luz del sol me recordó a las antenitas de un caracol, tímidas y cautas frente al hostil mundo fuera del caparazón. Era como si una parte del cuerpo del niño, aquella protegida por el extenso órgano de la piel, hubiese luchado por ganarse un lugar en el exterior para gritar a pulmón abierto todas las injusticias que ocurrían allá, en el lugar de donde venía. Pero el huesito olvidaba que no tenía voz, y que su incursión al exterior sólo le producía dolor al pequeño y moreteado niño de las caidas.
En esta lucha el pequeño debía tomar partido. Era lógico, dado que tenía sólo dos opciones: soportar la rivalidad entre sus dos esferas, o aliarse con una y mediar un acuerdo entre ambas.
Esta disyuntiva fue la culpable de que los años para él pasaran en vano. No fue capaz de concretar ninguno de sus proyectos porque la protesta anatómica que llevaba en sí no le permitía dedicarse a otra cosa. Y si osaba a intentarlo, los nefastos resultados acababan por quemarlo todo.
Sólo lo vi esa vez, y si no fuera por una conversación de pasillo jamás lo hubiera recordado. La señora de la junta de vecinos (caricatura recurrente en Santiago: gordita con vestido floreado) me comentó hace un par de días lo que pasó con este niño.
Los años sólo le llevaron infecciones que finalmente contribuyeron a que la amputación fuese un mal necesario, para conservar al menos una parte del niño viva. Pero fue inútil.
Nadie nunca supo su nombre, por lo tanto no reclamaron su cuerpo. Y al igual que su recuerdo, sus restos desaparecieron perdidos entre un montón de frascos con polvo.

23.1.10

Cómo mirarse al espejo y morir en el intento

Y aquí nos encontramos de nuevo, entre pájaros lanzando sonidos al azar. De madrugada, en el contexto de un inicio metafórico que a mí me suena más a final. Con los brazos cruzados, la mirada esquiva y un par de ideas inarticulables. Por miedo, quizás.
A lo lejos reconozco un edificio. Sin embargo, el tiempo lo ha cambiado. Ya no veo refugio en su rica arquitectura, ni en la gota que se desliza por mi frente en este fatídico veintitanto de enero.
Todo es distinto. Sé que lo notas, y me encantaría decirte que es porque ya nada de esto nos pertenece. De pronto te miro y dejaste de ser tú, y yo dejé de ser yo, y ahora sé con certeza que nos desencontramos.

18.1.10

Breve análisis sobre realidad nacional

Para tener una opinión sobre los procesos políticos e históricos no es necesario citar a autores ni poseer conocimientos vastos sobre sociología o ciencias políticas. Me parece que con el paso de los siglos el concepto de política se ha ido complejizando en relación a lo que en primera instancia fue. En un principio, al menos en teoría, puede decirse que la política era una simple idea de organización basada en el deseo de forjar una sociedad productiva que beneficiara a todos sus miembros, y que se rigiera por los límites dictados por el sentido común.
Sin embargo ahora, de la mano del desarrollo de la economía y todos sus "beneficios", creció el interés personal y la competitividad sin escrúpulos. Y, por ello, olvidamos el objetivo principal de la formación del concepto de política: lograr un bien común.
Un ejemplo de esta amnesia colectiva es la elección del día de ayer en nuestro querido Chile, lección histórica que ya está dando luces de que costará más cara de lo que muchos creían.
Jovino Novoa, presidente del senado y militante de la UDI, ya manifestó su deseo de cerrar todos los procesos judiciales pendientes relacionados con la violación a los DDHH en la dictadura de 17 años que vivió nuestro país. Sus razones rescatadas de sus mismas palabras: "mantener procesos abiertos sin un resultado al final no satisface ni el interés de la justicia, ni el interés de las víctimas. Y, de alguna forma, también perjudica la imagen de las instituciones".
La idea de analizar la historia de un país es constatar los errores con el objetivo de enmendarlos o al menos hacer lo imposible para evitarlos en un futuro, algo así como lo que pasa con un niño cuando se tropieza y después de llorar se levanta para volver a intentarlo.
Entonces, partiendo de esa premisa, se vuelve cada vez más evidente que el tropezón en dicha elección es más que un simple tropezón: es una invitación a retroceder, a eliminar la memoria histórica, a cometer los mismos errores una y otra vez, a fortalecer el deseo del bien individual por sobre el bien común. Eso, a mí punto de vista, es realmente lamentable. Me parece insólito que existan personas que no conozcan la Plaza Italia, o que no tengan idea de las necesidades que azotan en algunos barrios de la zona norte o sur de Santiago, por dar algunos ejemplos, ya que en regiones el asunto no es más alentador.
Convertir la cultura en un negocio, en un lindo bien empaquetado para satisfacer a un consumidor, me parece el error más grande que se puede cometer en un país como éste, donde la identidad todavía es un tema pendiente. ¿Qué peor forma hay de castrar la incipiente identidad de un país al manipular y dificultar el acceso y desarrollo de la cultura? Sinceramente, no se me ocurre otra.
De todo corazón espero que la sociedad chilena, aunque sea a punta de porrazos, logre ir dejando de lado el sopor negativo que la envuelve para lograr volver a ser objetiva e inteligente al momento de tomar decisiones. Ya que este tema va más allá de la derecha y la izquierda, porque apela a lo más íntimo de cada uno: los deseos de sociedad, que residen sin excepción en nuestro corazón.

12.1.10

Sit down

Y los filtros vuelven a aparecer en la vida de nuestro fatigado protagonista, como personajes incidentales que conforman una parte esporádica de su camino. En forma de esposas y cadenas le impiden tomar partido, forzándolo a sentarse y ver cómo las cosas suceden y se vuelven en su contra.
Se repite incansablemente un par de cigarritos y la fatiga nerviosa desaparecerá. Y finalmente se conforma, arte en el que con el paso de los años se volvió maestro, pero no un maestro cualquiera, sino uno que odiaría tener discípulos.

5.1.10

trueque: una soledad por otra soledad menos sola

Hay quienes piden labios prestados a cuerpos cuyas manos no hallan refugio. Lo hacen a modo de placebo, método capaz de mover ejércitos a lo largo y ancho del mundo. Dos extremos de la cama haciéndose compañía de espaldas el uno al otro, brindándose un calor indirecto y efímero. Suficiente para calmar el hambre por unas horas. Suficiente para volver al hombre en niño, y empujarlo de cara hacia el espejo, obligándolo a preguntarse por qué cresta se siente tan solo.
Fatiga la contienda, y vuelve al individuo indolente. Sin confianza en una alternativa, ni en nada más que el ciclo que no parará de repetirse hasta que lo haga, y punto.
 

El No-Diario © 2008. Chaotic Soul :: Converted by Randomness